CELCO [siglas de Celulosa Arauco-Constitución] es una importante empresa chilena que se dedica a la producción de pulpa de celulosa para papel. Privatizada en plena dictadura de Pinochet, hoy pertenece al todopoderoso grupo Angelini - COPEC. Actualmente tiene varias plantas instaladas a lo largo de chile: Valdivia, Arauco, Constitución, Licancel y Nueva Aldea.
Algunas de las zonas contaminadas por estos empresarios emprendedores son las tierras donde nací, en la inmedicaciones del Golfo de Arauco, al sur de Chile. No es porque sea mi país, no es porque sea mi tierra natal, no es porque allí viva mi gente y mi familia. Desgraciadamente este conflicto representa un drama de dimensiones planetarias, uno más entre muchas injusticias sociales que ponen en relieve hasta qué punto se ha llegado a legalizar la delincuencia corporativa. Y la complicidad de nuestro gobierno. Y nuestra fiebre consumista. Y nuestra pasividad ante los indefensos.
Pocas veces nos preguntamos qué se esconde detrás de las toneladas de papel que despilfarramos cada día. Pocas veces, o ninguna, nos percatamos que ese sucio negocio de plantar y talar áboles indiscriminadamente para hacerlos harina, basa su rentabilidad en el atropello de los derechos humanos más elementales de muchas familias al otro lado del planeta. Lamentablemente, la fabricación de celulosa produce residuos tóxicos altamente contaminantes, en Chile conocido como Licor Negro, un nombre que lo dice todo.
El refrán español Come, Caga y Vete en las regiones ricas en materias primas y gobiernos corruptos es una síntesis perfecta de lo que parecen aprender los empresarios en las universidades más prestigiosas del mundo. Es lógico. Suele ser más barato contaminar ríos y litorales que recortar los beneficios costeando la depuración de los desechos industriales.
Desde hace años, los afectados en Chile por el veneno de CELCO se defienden como pueden de los poderosos grupos económicos. La población que habita en la regiones, carece de un poder político organizado y que defienda sus intereses en Santiago. Se sienten abandonados y amordazados por un orden constitucional redactado por ecomistas cómplices de los asesinos golpistas, y que continúa vigente hasta el día de hoy. En su lugar, una vez más la violencia ha hecho su aparición y los guardianes del capital enseñan sus dientes amparados en la legalidad. Nada mejor que aplicar la ley antiterrorista para justificar sus acciones delictivas en contra de la población que ve impotente como sus derechos son pisoteados.
El artículo que sigue a continuación, Guerra sucia en Mehuín, escrito por el ex-juez Juan Guzmán, expresa claramente la actitud de nuestro gobierno ante estos conflictos: “La Presidenta Michelle Bachelet habló de trabajar por un nuevo pacto social y hacer de Chile un país orgulloso de su multiculturalidad. La relación entre el Estado y las Comunidades Indígenas debe ir más allá de los discursos y traducirse en acciones concretas que contribuyan a restituir las confianzas. El silencio, en nada ayuda. La confianza no se reconstruye con frases como la del intendente Iván Flores: [Lo que una empresa privada acuerde con otros privados está en el ámbito de lo privado y el Gobierno y el Estado no pueden intervenir]. Flores no ha captado al parecer que este conflicto dejó de ser un simple acuerdo entre privados. Se está ante una guerra sucia en que los adherentes a CELCOabrazan la violencia para proteger intereses de la empresa”.
Guillermo Muñoz Vera.