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ENTREVISTAS
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Punto Final. Santiago de Chile, 24 de octubre 2003

 

MUÑOZ VERA, EL PINTOR DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

Por Virginia Vidal

 

La Estación del Metro La Moneda a ser pintada por Guillermo Muñoz Vera con un tema que a primer oído suena sencillo: Chile:

  -Representaré el paisaje de Chile y aunque los seres humanos estén ausentes, será constante su presencia por la acción que han ejercido sobre ese mismo paisaje, así sea la población callampa o el observatorio astronómico; la deforestación y la contaminación o el avance tecnológico: Serán dieciséis cuadros. Realizaré óleos sobre lienzo adheridos a soportes rígidos de seis por tres.

   Es grandioso el proyecto de este artista no valorado como se merece en nuestro país, pero cuyas obras figuran junto a las de Matta en las galerías internacionales. Sin embargo, más allá de nuestras estrechas fronteras, Guillermo Muñoz Vera es cada vez más reconocido y respetado en el mundo de las artes visuales. Una exposición suya en la galería Isabel Aninat, permitió apreciar sus óleos sobre tela, además de pasteles y dibujos. Sus retratos, naturalezas muertas e interiores y paisajes impresionan por lo que se ha dado en llamar “objetividad visual”. Pintó los retratos de las pareja real española para una reciente exposición en Lisboa: No sin fundamento reconoce como sus maestros a Velásquez, Vermeer y Rembrandt. Antonio López García, considerado como el crítico Jesús Cámara como integrante de la segunda generación de realistas españoles, se destaca entre los más talentosos e interesantes miembros del grupo. Esto tiene tanto más importancia cuanto al realismo es un movimiento de vanguardia que va avanzando a paso seguro en una vasta geografía de la creación artística. Dentro de este creciente retorno al realismo, Muñoz Vera ya tiene una larga trayectoria y ahora es respetado como uno de los más importantes representantes de la tendencia conocida como hiperrealismo.

   Hombre de sonrisa abierta, Muñoz vera conquista conquista con su modestia y sencillez. Llega a Chile con una misión que se ha impuesta a sí mismo y el 11 de septiembre último regala a La Moneda dos cuadros: un retrato del Presidente Allende que alza un pañuelo saludando desde el balcón de la Moneda cuando recibe la banda presidencial en abril de 1970. El otro permite ver el balcón tal cual quedó después del bombardeo de los hawker hunter el 11 de septiembre de 1973. Estos cuadros de grandes dimensiones que pasan a formar el patrimonio artístico permanente de la Moneda, tres metros cuarenta, se enfrentan pared contra pared en el Salón “Salvador Allende” del palacio presidencial. El artista ha puesto una condición a su donación: estos cuadros deben estar al alcance de la visión de cualquier ciudadano, no deben permanecer encerrados.

   Lo entrevistamos en el Hotel Carrera. Siente que se vaya a cambiar el destino de este hotel que forma parte de nuestra historia y que se alza en lo que fue el solar de los Carrera.

  -Yo tenía diecisiete años cuando entré en Bellas Artes. El golpe me pilló en el centro. Estaba en primer año El 12 de septiembre, fui a la plaza a pintar cómo quedó la Moneda después del bombardeo. Supe que para mí se cerraba una etapa. Seguí estudiando muy a contrapelo, porque mi realismo se oponía a la moda y a las sectas imperante.

Nacido y criado en Concepción, Guillermo es el menor de cuatro hermanos de padre médico. Estudió en el Charles de Gaulle. A los catorce años, instaló con su hermano Roberto un taller en el salón de la casa, donde provistos de tintas y rotuladores se dedicaban a la confección de carteles, comics y otros. También se dedica con pasión a la música.

  -El viaje con mi curso a Santiago, para asistir a la exposición De Cézanne a Miró influyó en mi decisión de dedicarme a pintar al óleo y estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

   Su intención era dominar adecuadamente la técnica, pero advirtió pronto que eso no estaba entre las prioridades de académicos ni alumnos.

  -En ese tiempo pude apreciar en el Museo de Bellas Artes a los antiguos maestros chilenos del siglo XIX y a los grandes que son un tesoro ahora escondido en las bodegas, como Joaquín Sorolla y otros importantes maestros cuyas obras fueron donadas a Chile con motivo del centenario de la independencia. En relación con esto, creo que el Museo de Bellas Artes tiene un valioso fondo de maestros del siglo XIX y XX como para convertirse en un museo verdaderamente nacional. De paso, diré que el Museo de la Solidaridad “Salvador Allende” con su rico fondo de arte contemporáneo, su muy importante conjunto de pintura española y otros países, es un importante patrimonio nacional.

   Cuando le preguntamos por el arte conceptual demanda:

  -¿Quién me podría responder qué es el “arte conceptual”? Las exposiciones institucionales son una burbuja de fantasía. En este sentido, Chile es muy moderno. Se va demorar un poco en recuperar la cabeza y entender que ciertas expresiones de arte son solo “ocurrencias”. Y las ocurrencias son como los chistes que se pueden contar una sola vez para que surtan efecto. La obra de arte permanece, pero los chistosos y los cómicos no varían el repertorio y terminan por provocar aburrimiento y no causan ninguna gracia.

   Egresado en 1976, tras ser premiado en un par de certámenes universitarios, inician un recorrido personal tras el dominio de las complejidades en la reproducción de la realidad. Llega a España en 1979, toma cursos de dibujo y anatomía, se dedica al retrato. Su gran escuela escuela está en el maestro del realismo español contemporáneo, Antonio López García.

   Un trabajo tenaz y la busca de perfección le permiten instalarse en Chinchón, pueblo de noble tradición vecino de Madrid. Allí establece la sede de la Fundación Arte y Autores Contemporáneos (Arauco), por él fundada, que otorga becas de postgrado a pintores dispuestos a realizar una práctica.
En la Escuela de Chinchón hace diez años que Muñoz Vera imparte clases gratuitas. Aparte, los becarios dan clases pagadas como forma de insertarse en la trama social española y aportar financiamiento a la Fundación donde él ejerce la vicepresidencia.

   Cuando vimos la exposición de la Escuela de Chinchón , es decir, de los discípulos de Muñoz Vera, pudimos apreciar oficio y rigor más una sensación de paz y luminosidad interior que transciende la pintura misma.
La Fundación Arauco cuenta con más de cien alumnos regulares ¿cómo se financia?

   -Todos mis ingresos (sin considerar comisiones del ochenta por ciento en la venta de los cuadros, seguros, pagos a quince o veinte personas) se destinan a la Fundación.

Si repiensa cuánto vale un cuadro de Muñoz Vera y se averigua que puede costar entre sesenta y cinco mil dólares hasta unos doscientos mil dólares, se puede tener una idea de que la Fundación Arauco está realizando un aporte sustancial al arte contemporáneo.

   Entre la tendencia humana y los intereses que expulsan un afán de establecer asociaciones fáciles y comparaciones, se parte de lo aparente y tratan de ponerle marbete a todo artista y compararlo con algún conterráneo o contemporáneo para considerarlo similar o asimilarlo. Pero cuando se aprecian en Guillermo Muñoz Vera, su dominio de las técnicas y el rigor de su trabajo, se advierte su singularidad. Disciplina, rigor e individualidad le permiten ejecutar depurados cuadros de una atmósfera limpia, donde luz y aire se enseñorean y donde la perfección del detalle jamás se impone a la armonía del conjunto. La riqueza de su oficio se advierte en retratos, naturalezas muertas, interiores y paisajes. Sus obras pueden partir del boceto al natural como de complejas producciones fotográficas.

   Bajo la apariencia de respeto absoluto a los cánones clásicos, Muñoz Vera ha subvertido las reglas y emplea grandes formatos y exquisita minuciosidad en el detalle no sólo para la historia, como es el caso del Presidente Allende desde un balcón de la Moneda, sino para escenas de la vida cotidiana o impresionantes marcas de la memoria: el mismo balcón de hierros retorcidos, muros y palos quemados, más las huellas de los impactos de los proyectiles y efectos del bombardeo. Con su arte demuestra que el espíritu del hombre no es moderno ni antiguo, siendo constante su percepción para interpretar el mundo en cambio permanente.

 

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